Salta, 1 de mayo de 2021
Ante el Día Internacional de lxs Trabajadorxs
Cada 1 de mayo se conmemora en gran parte del mundo el Día Internacional de lxs Trabajadorxs. Este año, como ocurrió en el anterior, habrá menos movilizaciones y actos públicos que en los tiempos previos a la pandemia.

Han transcurrido 135 años desde aquellas huelgas de trabajadorxs estadounidenses exigiendo la jornada laboral de 8 horas, que incluyó la enorme movilización en Chicago que fue brutalmente reprimida por la policía. En las jornadas siguientes las fuerzas de seguridad dejaron en claro las prioridades del Estado, plasmado en miles de detenciones y el juicio amañado que terminó con la condena a muerte para un grupo de obreros y periodistas: 4 de ellos fueron “asesinados legalmente en la horca” el 11 de noviembre de 1887, y muchos otros sufrieron otras sentencias.
August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y George Engel son los nombres de aquellos luchadores que pagaron con su vida la osadía de reclamar derechos para lxs trabajadorxs.
Es, entonces, una fecha que nos recuerda que los logros de la clase trabajadora han sido siempre el resultado de las luchas: no habría límite de 8 horas, no habría aguinaldos, ni vacaciones, ni licencias, si sólo hubiera dependido de las apetencias de lucro de los patrones o de la buena voluntad de los gobernantes.
El recuerdo de esos hechos tiene un valor que va mucho más allá que el reconocimiento. Hoy, en pleno siglo XXI, en medio de una pandemia que acentuó las desigualdades, seguimos viendo cómo desde el gran empresariado y desde los voceros de los monopolios nacionales y transnacionales se transmiten discursos que piden que se quiten derechos. Quieren que resignemos protección, salarios, estabilidad, en nombre de bonanzas hipotéticas y futuras, disimulando sus intenciones de explotación detrás de conceptos aparentemente neutros, como “flexibilizar”, “desregular” o “productividad”. Lo que tienen en común es que las consecuencias de esas palabras la sufren lxs asalariadxs. Por la misma visión es que tapan las evidencias de los riesgos que en la pandemia corre cada docente, cada chofer, cada cajerx de supermercado, que llegan como pueden a sus trabajos en medio del crecimiento de los contagios.
Ni qué hablar si pensamos en lxs trabajadorxs de la Economía Popular, en lxs trabajadorxs de la agricultura familiar, lxs uberizadxs y lxs desocupades. Hay un piso en la situación antes descrita que en estos casos casi ni existe.
Lxs docentes vivimos con crudeza las consecuencias de una mirada que reduce a lxs trabajadorxs a la categoría de “mano de obra”. Gobiernos y autoridades desestiman algunos informes científicos, o extraen y descontextualizan otros, con el fin de justificar la obligación de trabajo presencial en los momentos donde la expansión del COVID-19 alcanza los niveles más altos desde el comienzo de la pandemia. Al mismo tiempo, los salarios se han deteriorado sensiblemente, mientras que lxs propixs docentes han tenido que cargar con los costos de mantener funcionando la educación en la virtualidad.
Es cierto que la economía sufre por las restricciones de movilidad. También es cierto que sería diferente si los frutos de esa economía estuvieran destinados a la vida digna y a la protección de lxs trabajadorxs, antes que a las cuentas secretas de los especuladores o a sostener los lujos más disparatados de los más ricos. En este escenario es preciso reclamar políticas que privilegien a lxs trabajadorxs, con impuestos sobre las grandes fortunas o los bienes de lujo, con ayuda concreta a quienes pelean a diario por su subsistencia, con el control a los formadores de precios, entre otras. Un párrafo aparte merece la gravosa Deuda Externa: esos recursos que el gobierno prevé destinar a los acreedores, deberían volcarse a nuestro país, a presupuestos en salud, educación, ciencia, sectores que en nada se beneficiaron con el endeudamiento.
Por esto consideramos fundamental resaltar que el 1 de Mayo es el día de quienes mantienen la rueda andando, de quienes deben destinar su fuerza, su salud y buena parte de su vida a procurarse el sustento, propio y de su familia. No venimos a negar el justo derecho a levantar una copa (entendemos que simbólicamente, dadas las restricciones que el COVID impone) o regalarnos un momento de disfrute. Venimos a recordar qué implica reconocernos como trabajadorxs y conmemorar este día. Y, al igual que con los 30.000 desaparecidxs (la mayoría de ellxs, trabajadorxs), enfatizamos que el mejor homenaje es la lucha.
Comisión Directiva de ADIUNSa